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Romance del niño ciego

Realidad

Letra:María Morrison de Parker - Música:Pedro Conde

-Dime madre, ¿son las rosas de seda como tu cara? -Deliras hijo. En un tiempo fue quizá, rosa mi cara pero es el llanto rocío que quema como la helada. -¿Y por qué lloras, madruca? soy tan feliz cuando cantas. -Lloro porque tus pupilas son estrellas apagadas y yo quisiera, mi niño, que tus ojos me miraran. Dicen que Santa Lucía es de ciegos abogada. Si ella te diera la vista, yo mis ojos le ofrendara. -Pero si yo veo, madre, con las pupilas del alma, y todo lo que tú me cuentas es como si lo mirara. Luego en mis noches yo sueño cosas bellas y fantásticas que mi casa es un castillo lleno de gentes de armas, que soy el hijo de un rey y tú la reina doña Blanca y una gentil princesita viene a ser mi desposada. Imagina si de pronto yo la vista recobrara y viera que es una choza y no un castillo mi casa, que son pobres mis vestidos y no es hermosa tu cara. No ofrezcas, madre, tus ojos por los míos a la santa. Ciego siempre seré un niño arrimadito a tus faldas y no iré por esas sendas tan oscuras y tan malas donde dicen que los hombres cuando caen, no se levantan. No ofrezcas, madre, tus ojos por los míos a la santa. Si los que miran son ciegos y no ven por dónde andan, si no pueden tejer sueños con realidades amargas, déjame con las pupilas que Dios me puso en el alma que para ir por esta vida con que tú me lleves, basta.

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