por Pedro Conde
Mañanas de invierno a las 7:40, las luces de la plaza San Martín se funden contra el cielo violeta, lila, naranja fuego del amanecer que recorta la silueta de la Torre de los Ingleses en Retiro....
Figura 1: Marcelo Carpita
Mañanas de invierno a las 7:40, las luces de la plaza San Martín se funden contra el cielo violeta, lila, naranja fuego del amanecer que recorta la silueta de la Torre de los Ingleses en Retiro.
El túnel me recibe con Juan que sin verme comienza su letanía: "-una ayuda, una ayuda", hasta que lo saludo y sabe que soy yo, el guitarrista de la estación San Martín de la línea C de subterráneos de Buenos Aires.
Una vez saludados sigo mi camino hasta la escalera mecánica y armo mi equipo. Son las 7:50.
Enseguida comienzo a repetir mi letanía guitarrística con melodías suaves que acompañan el despertar de los cientos de pasajeros que, aún dormidos, se dirigen a sus trabajos todos los días.
"Plinc", la primera monedita me dice que elegí la correcta (según el día y la atmósfera ese mismo tema puede generar una lluvia de adhesiones o la más gris indiferencia).
Y así se suceden melodías y caras y más caras y más melodías hasta que la mañana vuela en un sin fin de saludos: "-Buenos días", que van incluídos como respuesta a esta nueva forma de contacto con el público que pasa, en vez de ser el artista el que entra y sale del escenario, son ellos, los pasajeros los que se asoman y se alejan del músico que los recibe en su rincón, para verlos irse, bailando o silbando algunos, bostezando otros y la mayoría haciendo algún gesto de complicidad con el personaje que por un segundo y sin permiso los desplaza de su rutina para llevarlos al arcón de sus memorias en donde descansan recuerdos y personas que se ocultan en músicas olvidadas y que los sorprenden a la vuelta de un túnel cualquiera de la mano de un servidor: Pedro Conde, guitarrista.
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